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Cómo mitigar el olor de la actividad ganadera porcina

Cómo mitigar el olor de la actividad ganadera porcina

26 de noviembre de 24 - Noticias

Óscar Toledano. Director comercial Rotecna

Los malos olores que se perciben en la proximidad de nuestras granjas y al fertilizar los campos con purines y sus subproductos son una de las principales quejas que recibimos como sector, llegando en casos extremos a ser un problema que compromete la viabilidad de la actividad. Por dicho motivo, es importante conocer qué métodos y técnicas tenemos a nuestra disposición para mitigarlos y reducir así el impacto de nuestra actividad y el rechazo que puede llegar a generar.

El mal olor del purín de cerdo (mezcla de heces y orines con restos de agua y alimento) se debe a la presencia de diversas sustancias resultantes de la descomposición de la materia orgánica y los procesos metabólicos de los microorganismos presentes en el purín. Las principales sustancias responsables del mal olor son:

  • Amoniaco (NH³), que proviene de la descomposición de compuestos nitrogenados, principalmente la urea presente en la orina. Tiene un olor pungente y penetrante.
  • Ácidos grasos volátiles (AGVs), producidos durante la fermentación anaerobia de carbohidratos y grasas: ácido acético de olor avinagrado, ácido butírico con aroma a rancio, ácido propiónico agrio y picante, etc.
  • Sulfuro de hidrógeno (H²S), originado por la descomposición anaerobia de materia orgánica que contiene azufre. Olor a huevos podridos.
  • Metil mercaptano (CH³SH), generado durante la degradación de las proteínas, que contiene azufre. De olor especialmente repugnante y nauseabundo.
  • Dimetilsulfuro (DMS) y dimetil disulfuro (DMDS), emitidos durante la degradación de las proteínas, que contiene azufre. Con olor a repollo o vegetales podridos.
  • Idoles y escatoles, desprendidos al degradarse aminoácidos, especialmente el triptófano. De típico olor fecal y de alquitrán.
  • Fenoles y cresoles, creados durante la degradación de compuestos fenólicos. De olor fenólico y similar al alquitrán.
  • Amidas volátiles como la cadaverina y putrescina, provenientes de la descomposición de aminoácidos. De olor a carne putrefacta.
  • Volátiles orgánicos (VOC) originados por diversos procesos de degradación y fermentación. Los alcoholes tienen aromas dulzones y las cetonas olores a fruta fermentada.

Cada una de estas sustancias contribuye al olor característico y desagradable de los purines de cerdo. La implementación combinada de estrategias de manejo y tratamiento adecuadas puede ayudar a reducir significativamente dichos olores.

La primera actuación que se puede llevar a cabo para mitigar y controlar estos olores es implementar estrategias durante la fabricación de piensos con el objetivo de optimizar la asimilación de nutrientes por parte de los animales, a fin de reducir la excreción de las substancias que los originan, o minimizar su emisión al ambiente. Algunas de estas estrategias son:

  • Ajustar la molienda de cada componente del pienso para optimizar el tamaño de partícula, con el fin de maximizar la eficiencia digestiva.
  • Aplicar una alimentación multifase, dispensando diferentes tipos de alimento a lo largo de la vida de los animales y ajustando la aportación de nutrientes del pienso a las necesidades del animal en cada una de sus fases de crecimiento.
  • Complementar con aminoácidos esenciales de síntesis que puedan ser limitantes para la síntesis de proteínas, como la lisina, para permitir la reducción del nivel de proteína bruta y minimizar la excreción en forma de urea de aminoácidos administrados en exceso.
  • Usar enzimas como fosfatasas y proteasas que ayuden a mejorar la eficiencia digestiva y la absorción de nutrientes.
  • Usar probióticos o prebióticos que refuercen la flora intestinal de los animales.
  • Reducir el uso de compuestos de azufre, como los sulfatos.
  • Disminuir el balance electrolítico de la dieta con sales acidificantes con el objetivo de acidificar la orina y, de esta manera, reducir las emisiones de amoniaco, ya que un pH bajo favorece que se mantenga en la forma amónica, que permanece disuelta en el purín. Igualmente, el pH ácido inhibe la acción de algunos microorganismos y procesos que generan gases malolientes.
  • Utilizar fuentes de fibra fermentables que favorezcan que el nitrógeno se excrete vía heces en lugar de por la orina, con lo cual será menos susceptible de ser descompuesto en amonio que la urea de la orina. Además, dichas fuentes de fibra también fomentan la producción de ácidos grasos volátiles, que contribuyen a reducir el pH de las heces.
  • Usar aditivos que capturen los compuestos que originan los olores, como la yuca, quillay, zeolita o sepiolita.

purines cerdo
El purín se debe distribuir lo más cerca del suelo posible. Foto: Rotecna.

El siguiente frente donde podemos actuar es en el interior de las naves, ya que, una vez el purín llega a las fosas, se inicia la descomposición de la materia orgánica y la generación de compuestos olorosos, como amoníaco y ácidos grasos volátiles. Algunas de las principales técnicas que podemos aplicar en esta fase son las mismas de las que ya hemos hablado en otros artículos donde hemos tratado el tema de la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y de contaminantes ambientales como el amoniaco. Cabe destacar que la reducción de emisiones dentro de las naves tendrá además una repercusión muy positiva en la salud de los cerdos y en su rendimiento:

  • Minimizar el desperdicio de pienso utilizando comederos y bebederos eficientes instalados en el lugar apropiado y correctamente ajustados, y no incentivar la competencia poniendo más animales de los recomendados por comedero.
  • Maximizar la ganancia media diaria de los animales, manteniéndolos en su zona de confort ambiental.
  • Utilizar sistemas de distribución de alimento eficaces y fiables, que minimicen las perdidas por averías y que permitan alimentar a los animales de cada nave, sala o corral con tipos de pienso diferentes, en lugar de que todos coman el mismo tipo, independientemente de sus requerimientos específicos por tamaño o género.
  • Mantener secos y limpios los animales y las superficies. Para ello, es vital respetar las densidades óptimas para cada tipo de animal y un apropiado diseño de las instalaciones, tanto de la distribución del espacio y colocación de los elementos como comederos y bebederos, como de un adecuado control ambiental. En caso de usar cama seca en lugar de rejillas y foso, se deben fomentar las condiciones aerobias, ya que la falta de oxígeno en la yacija fomenta la actividad de microorganismos anaerobios que producen compuestos malolientes.
  • Retirar los purines de la nave con la mayor frecuencia posible, para reducir la cantidad de gases producidos, y no tenerlos más de siete días en la fosa. Como necesitamos una altura mínima de 10 a 15 cm de purín para poder evacuarlo por gravedad a través de tuberías, podemos usar suelos parcialmente enrejillados, bandejas colectoras bajo las rejillas o fosos en V para conseguir esa altura con menor volumen, o incluso ayudarnos con equipos de aspiración por depresión. Alternativamente, podemos implementar sistemas de separación in situ, dejando drenar la orina y agua de forma constante, y, mediante sistemas de arrobaderas, arrastrar con frecuencia las heces sólidas fuera de la nave. También se pueden utilizar sistemas de arrastre con agua, pero no son recomendables si es un factor limitante; además, estos sistemas incrementan el volumen de purín producido y el coste de su posterior manejo, aunque se ha de considerar que la dilución del purín reduce su nivel de producción de malos olores.
  • La mayor área de contacto del purín con el aire y las corrientes sobre esta superficie fomentan la producción de olores, por lo que debemos minimizarlas: por una parte, podemos usar fosos parcialmente enrejillados o fosos en V y, por otra, reducir el flujo y velocidad del aire en la superficie del purín utilizando sistemas de ventilación apropiados.
  • Las temperaturas elevadas aceleran la actividad microbiana y la volatilización de compuestos malolientes, por lo que se deben evitar temperaturas altas, motivo por el cual es importante disponer de un buen sistema de control ambiental. Se pueden instalar sistemas de refrigeración de los purines en la fosa, aprovechando el calor captado en otras partes de la instalación.
  • Utilizar métodos de aireación del purín de las fosas para fomentar las condiciones aerobias en su interior que favorecen la actividad de bacterias que, durante la descomposición de la materia orgánica no producen olores tan fuertes como las bacterias anaerobias.
  • Añadir aditivos químicos o biológicos al purín en la fosa para que reduzcan o neutralicen la formación de compuestos olorosos, lo fluidifiquen (facilitando su extracción), que inhiban la acción de la ureasa (enzima causante de la degradación de la urea y posterior emisión de amoniaco), o que lo acidifiquen (inhibiendo la producción de amoniaco y la acción de microorganismos y procesos que generan gases malolientes). Existe una amplia oferta de aditivos de múltiples tipos, por lo que su utilización es una opción siempre que tengan un mecanismo de acción justificado y demostrado.
  • Aumentar la altura y velocidad de la salida del aire extraído de las naves para mejorar su disipación.
  • Colocar barreras externas a las naves, que creen turbulencias en el flujo de salida del aire.
  • Forzar y centralizar la salida de aire de las naves y hacerlo pasar por un depurador que, mediante un filtro húmedo (químico o biológico), capture el amoniaco y otras partículas. Posteriormente, se hace pasar un biofiltro con un material orgánico húmedo, donde se degradan de forma biológica todas las substancias volátiles que generan mal olor.

gestion purines
Separador sólido-líquido de Tecnapur en funcionamiento. Foto: Rotecna.

El almacenamiento es la fase donde tenemos la inmensa mayoría del volumen de purines en nuestras granjas, y durante un mayor periodo de tiempo, y, en consecuencia, una mayor producción de malos olores, por lo que aplicar las técnicas apropiadas de mitigación en esta fase tiene una gran repercusión. Las principales medidas que podemos tomar son las siguientes:

  • Reducir el tiempo de permanencia y volumen de purines almacenados al mínimo imprescindible, aplicándolos al campo lo antes posible. Para ello, es importante disponer de cultivos a fertilizar con diferentes ventanas temporales de demanda de nutrientes. Una alternativa es tratarlos lo antes posible, ya sea en la propia granja o enviándolo a una planta de tratamiento centralizada.
  • Minimizar la agitación del purín al mínimo, ya que al hacerlo se liberan de forma abrupta los gases retenidos en el mismo, y aumenta la producción de olores.
  • La separación de la fase líquida y solida del purín. Por una parte, la reducción de la materia orgánica de la fase liquida disminuirá el sustrato para la actividad microbiana, lo que minimizará la producción de compuestos volátiles; por otra, nos permite compostar la parte sólida, minimizando la formación de compuestos malolientes al promover la descomposición aeróbica.
  • La reducción del pH, añadiendo ácido para inhibir la producción de amoniaco, la acción de microorganismos y los procesos que generan gases malolientes. Este procedimiento es especialmente eficaz si se aplica a la fase líquida del purín una vez separada, ya que, a más materia orgánica, mayor cantidad de ácido se requiere, por su efecto tampón sobre el mismo. 
  • El uso de cubiertas, ya sea fomentando la formación de una costra natural (la balsa deberá llenarse y vaciarse por el fondo), con elementos flotantes o con una cubierta total, que puede ser flexible o rígida.
  • El uso de una cubierta total, permitirá fomentar la digestión anaerobia y la recolección y aprovechamiento del biogás producido, pero también reducirá significativamente la producción de sulfuro de hidrógeno y ácidos grasos volátiles.

Finalmente, en la aplicación del purín, especialmente si no está tratado, se pueden generar altos niveles de volatilización y malos olores si no se utilizan las técnicas adecuadas:

  • Evitar la aplicación en condiciones climáticas adversas, altas temperaturas, fuertes vientos…
  • No utilizar métodos de aplicación que fomenten la agitación de los purines, como la distribución en abanico: se deben distribuir lo más cerca del suelo posible y minimizar el tiempo de incorporación de los purines al suelo, si es posible inyectándolos directamente. La separación del purín mejora la infiltración de la fase sólida resultante, lo que es muy importante cuando se aplican purines sobre cultivos ya nacidos o pastos.
  • Siempre que sea posible, se deben aplicar los purines diluidos en agua por fertiirrigación, a fin de minimizar la volatilización de los elementos malolientes.

Implementar estas técnicas puede ayudar a reducir la producción de olores, mejorar la percepción de nuestras granjas y evitar conflictos que pongan en peligro el desarrollo de nuestra actividad y el futuro de sector.

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