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Producción porcina ecológica en Lleida
06 de abril de 21 - Noticias
Dedicado siempre a la producción porcina convencional, hace cuatro años, tras conocer los proyectos con cerdo ecológico que tenía un amigo cercano, Eduard Cau se planteó diversificar su producción hacia la porcicultura ecológica. A partir de ahí empezó a informarse de los modelos de producción implantados en otros países como Reino Unido, Alemania, Holanda o Australia.
Eduard Cau, ganadero que ha puesto en marcha esta granja ecológica. Foto: Rotecna.
“Cuando empezamos a investigar y a conocer cómo se realizaba la producción porcina ecológica, vimos que había varios modelos y con importantes diferencias entre ellos. Evidentemente, todos comparten que trabajan con paja, sin antibióticos, con alimentación ecológica y altos niveles de bienestar animal, pero te encuentras desde granjas muy tecnificadas a granjas más sencillas, como la nuestra”, explica Eduard, que añade: “Nosotros trabajamos con el modelo ‘camping’, que es el más extendido en Reino Unido, pero con algunas variaciones. En Reino Unido nos encontramos con granjas de 20 hectáreas con 1.500 cerdas que funcionan durante dos años y luego se desmontan para dejar el suelo en reposo. Nosotros, en cambio, pensamos en una granja estable en el tiempo, y lo que hacemos es ir moviendo las cerdas de una parcela a otra, para que la tierra descanse durante meses antes de ocuparla de nuevo”. El principal inconveniente de esta forma de manejo es que, aparte de tener que mover periódicamente las cerdas y todo el material, la superficie necesaria se multiplica y, por lo tanto, también la inversión inicial para construir una granja de este tipo. En este sentido, el proyecto de granja ecológica del Albi ha supuesto una inversión de 1,1 millones de euros.
"La hierba que crece representa entre un 15 % y un 20 % de la dieta de los cerdos,
el resto de la alimentación son piensos de cereales ecológicos."
LA GRANJA
La instalación dispone de una superficie de 60 hectáreas y un censo de 250 cerdas. Los animales ocupan un 10 % del total de la superficie y su ubicación es rotatoria, por lo que no hay impacto medioambiental de los purines en el suelo. “Al disponer de superficie suficiente las parcelas se van ocupando y desocupando cada cierto tiempo para dejarlas en reposo durante meses y que la hierba vuelva a crecer”, explica Eduard, que asegura: “Con está práctica se logra una alta fertilidad del suelo, que se ve incluso en el color de la tierra” y la granja no requiere de balsas para almacenar el purín ni de instalaciones para su tratamiento.
Además, gracias a la alta fertilidad del suelo, la hierba que crece representa entre un 15 % y un 20 % de la dieta de los cerdos, el resto de la alimentación son piensos procedentes de cereales ecológicos.
En la granja trabajan actualmente tres personas que se ocupan del manejo de las 250 cerdas y las tareas diarias de la granja: inspeccionar el estado de los animales, darles de comer, poner paja en las casetas, inseminar, vigilar los partos, cuidar de los lechones, etcétera. “La ratio de puestos de trabajo en este modelo de granja se multiplica por tres y por cuatro, ya que el modelo de manejo y movimiento de los animales lo requiere”, explica Eduard, que añade que “es importante poner en valor que generamos más puestos de trabajo estables de los que se necesitan en una granja convencional”.
DISTRIBUCIÓN
Cubrición control
La granja cuenta con cuatro áreas de inseminación, el uso de las cuales se va alternando. La idea es que todas las parcelas de la granja, cuando se desocupan, descansen como mínimo durante un periodo de siete meses antes de volverse a ocupar.
Gestación confirmada
Para el manejo de las cerdas gestantes se cuenta con parcelas de unos 1.000 metros cuadrados con 25 animales cada una, los cuales se mueven semanalmente de una parcela a otra.
El gran reto en esta fase es la alimentación de las cerdas. “Actualmente, trabajamos ad libitum y, aunque lo cierto es que a pesar de ello las cerdas tienen un buen estado corporal y no están excesivamente grasas, el objetivo es trabajar con un sistema de alimentación electrónica para outdoor”, explica Eduard.
La alimentación en sistemas de producción ecológica tiene unos costes entre un 70 % y un 80 % más elevados que en la producción convencional, por lo que trabajan para ajustar al máximo el consumo de pienso en la granja.
"Las plazas de maternidad tienen unos 500 metros
cuadrados de superficie cada una."
Maternidad
Las plazas de maternidad tienen unos 500 metros cuadrados de superficie cada una, donde las cerdas pasarán hasta siete semanas, una antes del parto y seis de lactación. Pasado este tiempo la parcela ocupada quedará en reposo durante siete meses. De esta forma, cuando se vuelva a ocupar volverá a estar llena de hierba.
Cada parcela dispone de una caseta aislada y vallada, y de un bebedero. “En el interior de las casetas se pone mucha paja los días previos al parto para que la cerda se prepare su espacio para parir”, explica Eduard, y añade: “Tras el parto los lechones están dentro de la caseta durante 15 días sin salir y después se retira la valla para que puedan moverse libremente por las parcelas”.
Con el objetivo de facilitar el manejo, las plazas de maternidad se colocan en línea dejando siempre una línea libre entre dos zonas ocupadas para acceder a las plazas a suministrar la comida o acceder a ellas en caso de que sea necesario.
Plazas de maternidad preparadas para los primeros partos. Foto: Rotecna.
Destete
Tras seis semanas de lactación y con un peso de 11-12 quilos, los lechones se trasladan a unos corrales de destete portátiles de 100 metros cuadrados de superficie y una capacidad para 100 animales, donde se alojarán durante siete semanas hasta alcanzar los 25-30 quilos de peso.
Uno de los momentos más difíciles que tiene la producción ecológica es el destete, ya que, tras seis semanas de lactación exclusiva, se traslada a los lechones a estos corrales y pasan de tomar leche a tomar pienso sólido sin ningún tipo de aditivo ni antibiótico, por lo que es un cambio muy brusco para los animales. “Son días críticos para los animales. Sin embargo, la parte positiva es que las condiciones que tienen los lechones en estos corrales son más favorables, ya que disponen de tierra, hierba, paja, pienso y agua para favorecer su adaptación y desarrollo”, explica Eduard.
Cada corral dispone de una tolva y de un bebedero, y se va ofreciendo paja a los animales para su confort y expresión de su instinto natural de hozar. Transcurridas las seis semanas, los corrales se vacían y se desplazan para colocarlos sobre suelo limpio y dejar el anterior en reposo.En este caso los lechones se enviarán a una granja de engorde ecológico que Eduard Cau espera tener en funcionamiento en los próximos meses en la localidad de Els Omellons (Lleida), con capacidad para 5.000 plazas.
Corrales portátiles de destete de 100 m2 y capacidad para 100 lechones. Foto: Rotecna.
BIOSEGURIDAD
Una de las principales premisas de una granja ecológica es que no puede tratar a los animales con antibióticos y, más allá de ciertas excepciones, en caso de que fuese necesario, los tratamientos tienen que ser individuales, y los animales tratados hay que apartarlos porque ya no pueden venderse como ecológicos. Por ello, en este sistema de producción, las enfermedades son, aún más, el principal enemigo de los ganaderos, que combaten con medidas de bioseguridad para evitar su entrada.
En este caso, Eduard explica que la granja está aislada de otras instalaciones porcinas en un radio de dos kilómetros, cuenta con un vallado perimetral de cuatro quilómetros con pasto eléctrico externo para evitar el acceso de jabalíes y otros animales que pudiesen ser portadores de enfermedades, entre el vallado y la granja hay un espacio de bioseguridad de cinco metros de ancho donde nunca hay animales, solo se puede acceder con ropa de la explotación, y disponen de un camión exclusivo para el movimiento de los animales de la granja.
La granja ecológica del Albi trabaja con el modelo camping. Foto: Rotecna.
PRODUCTIVIDAD
En Reino Unido las granjas que están en outdoor (exterior) tienen una producción aproximada de 24,5 lechones por cerda y año, por lo que la producción es inferior a la de granjas convencionales. “Nosotros, teniendo en cuenta que trabajamos con una lactación más larga, calculamos que tendremos una media de 20 lechones por cerda y año, es decir, una producción anual de 5.000 lechones”, calcula Eduard. No obstante, esta cifra podría alcanzar los 15.000 lechones en uno o dos años, cuando Eduard tiene previsto ampliar la granja a 100 hectáreas y contar con un censo de unas 600.
RENTABILIDAD
Los costes de una granja ecológica como la del Albi son, por todo lo expuesto, elevados, ya que se requiere de una importante inversión inicial en terrenos, en la adaptación de los espacios, los materiales, y también invertir en personal para un buen manejo, además de los costes de la alimentación. “Somos conscientes de que trabajamos con un modelo de granja cuyos costes son elevados pero, a la vez, vamos a obtener un producto de muy alta calidad”, afirma Eduard, que reconoce que es difícil emprender un proyecto similar si no se cuenta previamente con un cliente que va a comprar la producción: “Hacemos un producto muy diferenciado enfocado a un tipo de cliente concreto. Producir así cuesta más del doble que en una granja convencional, pero el cliente está dispuesto a pagar por este producto”, añade. En este sentido, Eduard tiene un contrato de venta de su producción a un precio cerrado, de forma que antes de iniciar la actividad, ya calculó los márgenes de beneficio que harían viable el proyecto. “Si se cumplen todos los parámetros calculados, la producción de una granja ecológica da más margen que la de una granja convencional”, asegura.
RETOS
Además de la ampliación de la superficie de la granja para alcanzar las 600 cerdas y la puesta en marcha de un engorde ecológico en Els Omellons (Lleida), otro reto en el que están trabajando es la optimización de los costes de la alimentación, ya que, si se prevé alcanzar los 15.000 lechones al año para engorde, estos consumirán una media de 5.000 toneladas de pienso ecológico. Por ello, Eduard trabaja con expertos nutricionistas en un estudio para la producción de cereales ecológicos. Actualmente, dispone de 60 hectáreas alquiladas en tres fincas distintas, donde realizan pruebas para conseguir hacer proteína ecológica. “La voluntad es encontrar agricultores que quieran cultivar esta proteína a cambio de nuestro compromiso de que les compraremos la producción”, concluye.