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J. Esquerda: "Las MTD siempre son técnica y económicamente viables"
23 de enero de 24 - Noticias
Uno de los grandes retos del sector porcino es optimizar la gestión de los purines y reivindicarse como un sector sostenible y respetuoso con el medio ambiente. Una mala gestión de las deyecciones ganaderas puede conllevar efectos adversos sobre el medio ambiente y, en última instancia, sobre las personas. Por ello, resulta imprescindible conocer, analizar y valorar las mejoras técnicas disponibles (MTD) para el sector, a fin de cumplir con los objetivos de emisiones establecidos por las normativas europeas. Para analizar cuál es el impacto de los purines sobre el medio ambiente y las herramientas de que dispone el sector para minimizarlo, hablamos con Juanjo Esquerda, técnico de la Dirección General de Agricultura y Ganadería del Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural de la Generalitat de Cataluña.
¿Cuál es aproximadamente la cantidad de producción de purines en las granjas porcinas catalanas?
En Cataluña, que es nuestro ámbito de actuación, se producen unos 12.000.000 m3 de purines al año, y podemos decir que la cabaña ganadera porcina catalana supone aproximadamente el 23% de la producción porcina española, por lo que nos podemos hacer una idea de la importancia que adquiere la correcta gestión de las deyecciones ganaderas.
¿Qué se ha hecho en los últimos años para reducir la cantidad de purines que se produce?
Ciertamente, la cantidad de purines por plaza ha ido disminuyendo progresivamente en los últimos años. Este hecho se debe a varias razones, como son la mejora en la alimentación porcina, la utilización de bebederos más eficaces, la optimización de la limpieza de los corrales y la mejora en el diseño de estos. Actualmente, por ejemplo, en Cataluña la práctica totalidad de las granjas porcinas utiliza técnicas de alimentación multifase, suministrando piensos con bajo contenido de proteína bruta y que tienen en cuenta las necesidades nutricionales específicas de los animales según su edad. Con ello se consigue que estos asimilen mejor la comida, mejoren los índices de conversión, disminuyan el volumen de los purines producidos y que la excreta de nitrógeno por plaza y año se minimice considerablemente, reduciendo así las necesidades de gestión de dichos purines mediante su aplicación en tierras de cultivo o mediante procesos de tratamiento.
A pesar de estos avances, la gestión de los purines sigue siendo uno de los grandes retos de futuro del sector. ¿Por qué?
El sector porcino, como cualquier sector económico, tiene que aunar competitividad y sostenibilidad, y ambos conceptos deben ir de la mano. En la Europa del siglo XXI no se concibe la viabilidad de un negocio que no vele por su sostenibilidad ambiental. Una parte crucial de la sostenibilidad de una granja ganadera pasa necesariamente por una gestión adecuada de los purines, valorizándolos y entendiéndolos como un recurso que, bien utilizado, puede aportar valor económico a su entorno. Por ejemplo, los purines son un excelente fertilizante si se aplican en la dosis y en el momento adecuado que precisa un cultivo, reduciendo al máximo las emisiones mediante técnicas respetuosas, que permiten disminuir e incluso eliminar la necesidad del uso de fertilizantes químicos, con el consiguiente ahorro económico para los agricultores y ambiental para la sociedad.
Aplicación localizada de purines mediante tubos colgantes. Foto: DACC. Generalitat de Cataluña.
¿Qué hay que tener en cuenta para gestionar los purines?
La gestión correcta de los purines debe abarcar todas las fases del proceso. Dicha gestión empieza con la utilización de técnicas que minimicen su producción en granja, como son las mejoras de la alimentación de los cerdos o el uso de bebederos que reduzcan las pérdidas de agua. La siguiente fase es su almacenaje, que adquiere una importancia trascendental para disminuir la contaminación por nitratos de las masas de agua y la reducción de las emisiones atmosféricas. Y, por último, es muy importante su correcta valorización como abono agrícola. No hay que olvidar que en todo este proceso se generan otras oportunidades, como puede ser la producción de biogás y su uso en las propias instalaciones ganaderas, por ejemplo, para calentar las instalaciones, con el consiguiente ahorro económico para el ganadero. Además, el tratamiento de las deyecciones ganaderas también permite la fabricación de productos fertilizantes con valor comercial, que pueden suponer un ingreso adicional para la granja.
¿Qué efectos ambientales tiene una mala gestión de los purines?
Sin duda alguna, una mala gestión de las deyecciones ganaderas puede conllevar efectos adversos sobre el medio ambiente y, en última instancia, sobre las personas. Cuando hablamos de mala gestión, nos referimos, por ejemplo, a la que se pueda dar durante la fase de almacenaje de las deyecciones ganaderas. Disponer de unas buenas instalaciones para almacenar el purín es fundamental para su correcta gestión. Sus dimensiones deben ser las adecuadas para poder almacenar el purín durante los periodos de tiempo en los que no puede ser utilizado como abono en los cultivos. Asimismo, es muy importante que los sistemas de almacenaje estén construidos con materiales impermeables, para evitar que los purines puedan contaminar el subsuelo y las masas de agua subyacentes. Otro tipo de contaminación es la emisión de gases contaminantes a la atmosfera, como son el amoníaco (NH3) y los gases de efecto invernadero (GEI). Las emisiones de amoníaco (NH₃) suponen un grave problema medioambiental, porque el amoníaco puede formar partículas PM2,5 que, si se inhalan, pueden afectar al sistema respiratorio y cardiovascular. Según el Inventario Nacional de Contaminantes Atmosféricos, el sector agrario español (agricultura y ganadería) genera el 96% de las emisiones de amoníaco, de las cuales, un 79% corresponde a la ganadería.
Con la finalidad de minimizar el impacto ambiental de los purines, se han ido implementando mejoras técnicas disponibles. ¿Cuáles de estas MTD ofrecen mejores resultados?
Una mejor técnica disponible (MTD) suele estar formada por varias técnicas que persiguen un mismo objetivo, y cada técnica tiene una capacidad de reducción de la contaminación distinta. En el caso del amoníaco, estas técnicas reducen su emisión respecto a un valor de referencia, que viene dado por la situación más desfavorable, es decir, aquella que emite más amoníaco a la atmósfera. Para las naves de cerdos, la situación más desfavorable se da cuando la nave tiene el suelo con emparrillado total, fosas en forma de U y el purín se mantiene en las fosas a lo largo de todo el ciclo productivo. En el caso de las balsas, el valor de referencia se da en una balsa abierta y sin costra natural. La elección de una u otra técnica dependerá, en primer lugar, del porcentaje de reducción de amoníaco que el ganadero esté obligado a alcanzar respecto al valor de la técnica de referencia. Por ejemplo, los depósitos de purines nuevos han de reducir sus emisiones de amoníaco en un 80% respecto a la técnica de referencia, y en la Guía de las Mejores Técnicas Disponibles publicada por el MAPAMA en 2017, se explica que las técnicas que alcanzan una reducción del 80 % son las cubiertas rígidas y las flexibles. Sin embargo, si tuviésemos un depósito existente cuya reducción de amoníaco exigible fuera del 40%, podríamos utilizar también piezas geométricas flotantes, que alcanzan una reducción del 60%. En definitiva, la elección de cada técnica estará siempre condicionada por el nivel de reducción de emisiones que se deba alcanzar, y por otros factores técnicos y/o económicos, y no hay que olvidar que el porcentaje de reducción viene establecido en la normativa.
La técnica de costra natual no tienen ningún coste asociado. Foto: Rotecna.
Actualmente, la mayoría de las granjas están aplicando MTD. ¿Cuáles son las que más se instalan?
En el interior de las naves, probablemente la técnica que más se esté utilizando sea la construcción de fosas en forma de V con el vaciado por el fondo de la fosa hacia un colector, que recoge el purín y lo lleva a una balsa o depósito. A esta técnica se le reconoce una reducción del 65% del amoníaco respecto al valor de referencia. La filosofía para reducir el amoníaco en el interior de las naves es acumular muy poca cantidad de purín en las fosas y vaciarlo con mucha frecuencia hacia las balsas y depósitos, que tendrían sus propias medidas para reducir las emisiones como, por ejemplo, las cubiertas. En el almacenaje exterior, si estamos hablando de depósitos nuevos a los que se les exige una reducción del 80% de las emisiones de amoníaco, según sea el depósito que se quiera construir se utilizarán cubiertas rígidas o flexibles. En las granjas ganaderas existentes que solo estén obligadas a reducir un 40% las emisiones de amoníaco de sus balsas y depósitos exteriores, les serviría la técnica de costra natural, que no tiene ningún coste asociado. De todas formas, una recomendación sería que se construyesen cada vez más depósitos y menos balsas, ya que los depósitos son más fáciles de cubrir y permiten una mejor gestión de las emisiones.
¿Las MTD suponen una inversión viable para los ganaderos?
En general sí, aunque hay factores que pueden influir en el coste económico, como la disponibilidad de materiales o las dificultades para implantar una MTD en granja. Las MTD se consideran la mejor alternativa para llevar a cabo una actividad de forma respetuosa con el medio ambiente y son, por definición, técnica y económicamente viables. Es decir, podemos tener una técnica fantástica que nos permita reducir mucho la contaminación, pero si no es económicamente viable no se considerará una MTD. Esto no significa que la implantación de una MTD tenga que ser necesariamente barata, pero se debe tener en cuenta que son técnicas validadas y aprobadas por organismos europeos oficiales que han comprobado su viabilidad técnica y económica. Y, finalmente, también considerar que los requisitos para reducir las emisiones son mayores en instalaciones nuevas que en las existentes.
¿Cuáles son los objetivos en cuanto a reducción de emisiones que deben cumplir las granjas de porcino?
Los objetivos de reducción de las emisiones de amoníaco en las granjas porcinas españolas están establecidos en el Real Decreto 306/2020, de ordenación porcina. Para las granjas (o naves) nuevas, se deben utilizar técnicas que reduzcan, al menos, un 60% las emisiones de amoníaco con respecto a la técnica de referencia (emparrillado total, fosas en U y mantenimiento del purín durante todo el ciclo productivo en las fosas de las instalaciones). En el caso del almacenamiento exterior del purín, se deben adoptar técnicas para reducir un 80% las emisiones de amoníaco con respecto a la técnica de referencia (balsas abiertas y sin costra natural). Para las granjas existentes con capacidad productiva superior a 120 UGM (equivalentes a 1.000 cerdos de engorde), se establece la obligación de vaciar las fosas de purines al menos una vez al mes, y adoptar adicionalmente otras técnicas como son el incremento de la frecuencia de vaciado de las fosas de purines al menos dos veces a la semana, con el objeto de reducir un mínimo del 30% las emisiones de gases contaminantes respecto de la técnica de referencia, o bien cubrir las balsas de purines en las zonas en que no se forme de manera espontánea una costra que cubra totalmente la superficie, con técnicas que reduzcan las emisiones de gases contaminantes al menos un 40% con respecto a la referencia de una balsa abierta y sin costra.
¿El sector está en condiciones de cumplir dichos objetivos?
España ha adquirido compromisos internacionales para la lucha contra el cambio climático, como son la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y el Acuerdo de París, el Convenio de Ginebra o Convención del Aire sobre Contaminación Transfronteriza a gran distancia, el Protocolo de Gotemburgo relativo a la acidificación, eutrofización y ozono troposférico, etc. Asimismo, existen directivas europeas que obligan a España a reducir dicha contaminación. En este sentido, las granjas de mayor tamaño que disponen de autorización ambiental integrada tenían de plazo hasta el 21 de febrero de 2021 para adoptar medidas e implantar las MTD. Para el resto de las granjas, las medidas para reducir las emisiones de amoníaco entraron en vigor el 1 de enero de 2023, por lo que la mayoría de las granjas han ido implementando las MTD, y la Administración tiene que velar porque así sea. Sin embargo, un reto que tiene el sector ganadero intensivo español es buscar las mejores MTD que se adapten a las condiciones de la ganadería española. Hay que tener en cuenta que la reducción de emisiones y el desarrollo de técnicas para reducirlas han sido temas liderados por los países del norte. Ello supone que algunas MTD son de muy difícil aplicación en nuestras granjas, ya que las condiciones de diseño de las naves o, simplemente, las condiciones ambientales son muy diferentes a las de esos países.