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¿Cómo podemos reducir el impacto de los purines con la alimentación?
17 de mayo de 19 - Noticias
El incremento de la producción porcina ha traído consigo un importante excedente de purines, con el consiguiente impacto medioambiental. Esta situación es cada vez más preocupante, especialmente en las zonas de alta concentración de actividad ganadera. En esta ocasión, abordamos cómo influye la alimentación de los cerdos en sus excreciones y qué medidas aplicar en su dieta para reducir las cantidades de nitrógeno y de fósforo de las deyecciones. Para ello, hablamos con Núria Llanes, nutricionista animal en la Cooperativa de Ivars d’Urgell.
Los componentes del purín con mayor impacto medioambiental son el nitrógeno, que puede causar problemas de eutrofización, nitrificación y lluvia ácida, y el fósforo, que puede causar problemas de eutrofización.
Para reducir el impacto de estos componentes, la legislación actual prevé un límite máximo de aplicación de nitrógeno (N) de 210 kg/ ha y año, una cifra que se reduce a 170 kg/ha y año en las zonas vulnerables de contaminación de las aguas por nitritos. Pero, ¿qué puede hacer el sector para reducir los niveles de nitrógeno y fósforo de las deyecciones?
La relación entre la alimentación de los cerdos y la producción de purín es directa, “por lo que, modificando su dieta, podemos modificar la composición de las deyecciones”, apunta Núria.
A partir de esta premisa, la nutricionista animal enumera distintas medidas alimentarias para reducir las cantidades de nitrógeno y de fósforo del purín, y asegura que “a través de la alimentación podemos conseguir una reducción del 40-50 % en nitrógeno, y del 25 % en fósforo”.
1. Reducir la proteína
Evitar un exceso en el aporte de proteína en la dieta de los animales es la medida alimentaria más efectiva para reducir la cantidad de nitrógeno en las deyecciones. “Es muy importante que lo que coman los animales esté ajustado a sus necesidades, que no haya más proteína de la necesaria para que no sobre ni falte nitrógeno”, asegura Núria.
Para compensar la reducción de la proteína, la industria de alimentación animal suplementa los piensos con aminoácidos sintéticos y aditivos. En el primer caso, los aminoácidos sintéticos permiten bajar los niveles de proteína bruta y facilitar la digestibilidad de los piensos, lo que ayuda a reducir el contenido de nitrógeno de los excrementos. En el segundo caso, las fitasas son el aditivo más extendido para mejorar la digestibilidad del fósforo.
2. Alimentación multifase
Aunque a nivel logístico es más complicada, la aplicación de una alimentación multifase, es decir, el uso de distintos piensos que se adapten a las necesidades nutricionales de los animales a lo largo de su vida productiva, minimiza una aportación excesiva de aminoácidos y reduce el nitrógeno de las deyecciones. “La alimentación multifase nos permite ajustarnos a los requerimientos nutricionales de los animales en cada momento”, explica Núria, que añade: “Si solo puedo poner un nivel nutricional desde que entran los animales hasta que salen, poco podré ajustarme a sus necesidades; en cambio, si puedo poner tres niveles, podré ajustarme mejor a lo que necesitan en cada fase”.
La alimentación multifase implica, por un lado, una reducción de nitrógeno en los purines y, por otro, un ahorro económico. “La proteína es el segundo nutriente más caro en la fórmula de los piensos, por lo que, al ajustarnos a las necesidades de proteína de los animales en cada momento, el gasto en pienso es menor”, afirma la nutricionista.
3. Mejorar la eficiencia productiva
Finalmente, partiendo de la base de que uno de los factores que más incide en la producción de purín es cómo transforman los animales los kilos de pienso que ingieren en carne, pues lo que comen y no transforman se desaprovecha y se convierte en purín. Por lo tanto, es muy importante que la calidad de los piensos sea cada vez más alta para que los cerdos digieran y transformen mucho mejor sus nutrientes.
Para obtener y mejorar la eficiencia productiva mediante la calidad del pienso es muy importante no olvidar ser también exigentes en el manejo en granja: reducir el desperdicio de pienso, controlar el consumo de agua y garantizar que sea de calidad, mejorar las condiciones ambientales, etcétera. “Si mejoramos la eficiencia productiva, los animales ingerirán menos kilos de nitrógeno para crear 1 kg de carne y, por lo tanto, excretarán menos”, concluye.
Imagen de la fábrica de piensos de la Cooperativa de Ivars d’Urgell. Foto: RotecnaPress.
Antes de decidir qué cambios aplicar en la alimentación de nuestros animales, Núria apunta que hay que tener en cuenta distintos factores que influyen en el consumo de los animales:
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La genética influye en la cantidad de pienso que se consume y en los niveles de proteína requeridos, por lo que hay que conocer estas peculiaridades.
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El sexo, y si trabajamos con animales castrados o enteros, también es un factor a tener en cuenta. “Los cerdos castrados son los que comen mayor cantidad de pienso, después están las hembras y, por último, los cerdos enteros”, apunta Núria.
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El modelo de tolva (seco-húmedo), también es relevante. Si trabajamos con tolvas de alimentación en húmedo, el consumo de los animales es mayor que con tolvas en seco, por lo que, si no hay un buen manejo en la explotación, las deyecciones pueden ser mayores.
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Aislamiento de las instalaciones: Si el aislamiento de la nave no es el adecuado, hay más deyecciones. “Un mal aislamiento provoca que, en invierno, los animales coman más y, por lo tanto, excreten más, y en verano, coman menos y crezcan
más lentamente, por lo que los cerdos están más tiempo en la explotación y la cantidad de deyecciones aumenta”, explica Núria Llanes.
“Es muy importante que lo que coman los animales esté ajustado a sus necesidades.”
La alimentación es una herramienta clave para reducir el impacto medioambiental de las deyecciones ganaderas. En este contexto, Núria explica que “el reto de los fabricantes de pienso es continuar ajustando la proteína sin que la productividad de los animales se vea afectada”. “Hasta el momento, esto no se ha producido; más bien al contrario, se ha mantenido e, incluso, mejorado gracias a la creación de mejores fórmulas”, asegura.
Por otra parte, entre los retos de futuro del sector está la mejora de la alimentación como una alternativa más en la reducción del uso de antibióticos, sobre todo los antibióticos digestivos. “La alimentación influye en la estabilidad de la flora intestinal y, por lo tanto, en que haya menos problemas digestivos. Sin embargo, la alimentación no puede incidir tan directamente sobre otras enfermedades como, por ejemplo, las respiratorias”, comenta la nutricionista.
Finalmente, además de trabajar en el ámbito alimenticio para avanzar hacia una producción más sostenible y respetuosa con el territorio, Núria se muestra convencida de que, en un ámbito general, “el sector porcino tiene que trabajar para cambiar la imagen que la sociedad tiene de nuestra actividad”. Aunque lo achaca a una cuestión de desconocimiento, Núria considera que la sociedad exigirá, cada vez más, unas mejores condiciones de los animales en las explotaciones y que el impacto de estas sobre su entorno sea menor.