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PRRS Rosalía. Evolución, impacto y situación actual
09 de noviembre de 23 - Noticias
En 2020 se detectaron los primeros casos del PRRS Rosalía en Cataluña. Se trata de una cepa altamente virulenta y de rápida diseminación que, hasta el momento, era una cepa desconocida para el sector porcino español. Tras tres años conviviendo con el virus, y a pesar de que aún está presente en muchas granjas españolas, el sector ha ido aprendiendo a tratar con él y a aplicar las medidas para intentar proteger sus granjas y animales. Jordi Baliellas, veterinario del GSP Lleida (Grupo de Saneamiento Porcino), analiza la evolución del PRRS Rosalía en España.
Jordi Baliellas, veterinario del GSP Lleida. Foto: Jordi Baliellas.
¿Cuál ha sido la evolución del PRRS en los últimos años?
Estamos recopilando datos de casuística de PRRS desde 2016-2017, a partir de un convenio que firmamos entre GSP e Interporc. La evolución en estos años, si nos basamos en la incidencia de brotes de PRRS en granjas de producción por año, indica que en el periodo 2016-2019 hubo una evolución lenta y gradual de casos, pero positiva globalmente. El punto de inflexión llegó en 2020 con la tipificación en España de la cepa Rosalía y la S10 como cepas virulentas: la mejora que estábamos registrando en los últimos cinco años se truncó con la aparición de estas cepas.
¿Cómo se detectó la cepa Rosalía, que ha afectado y está afectando a tantas granjas?
Se detectó en el nordeste de Cataluña a principios del 2020 en unas granjas de madres. Cuando se hicieron las primeras secuenciaciones se determinó que la cepa era diferente a todo el histórico que teníamos registrado en España de cepas de PRRS y, al compararla con otras bases de datos europeas, se vio que era filogenéticamente cercana a cepas italianas. Además, se daba la coincidencia que la zona en la que se detectaron los primeros casos de Rosalía en granjas de madres estaba cercana a granjas de engordes con lechones importados de Italia. Por lo tanto, a nivel epidemiológico parecía probable que su origen en España fuera debido a la entrada de lechones con esta cepa.
¿Cuál ha sido su evolución en los últimos tres años?
El efecto que tiene la cepa Rosalía es el de una mancha de aceite: es decir, cuando llega a una zona por primera vez, la probabilidad de que se disemine a otras granjas es muy alta, especialmente en zonas de alta densidad. En cambio, en zonas de baja densidad la diseminación es más lenta. Por esta razón, esta cepa se ha detectado en prácticamente la mayoría de comunidades de España. Por otra parte, debido a las características del virus, con una tasa de mutación alta y una capacidad de recombinar con otras cepas, la tendencia en estos tres años ha sido que han ido apareciendo nuevas variantes, como hemos vivido de cerca con la COVID-19, aunque el virus del PRRS es mucho peor, ya que es uno de los virus tipificados con una mayor tasa de mutación a nivel mundial, y esto genera la existencia de muchas cepas y muchas variantes. Gracias a esto y como norma general, las nuevas cepas se van atenuando y perdiendo virulencia, por lo que las nuevas variantes que han ido surgiendo en otras partes del territorio español, en general ya no tienen la virulencia que padecimos en Cataluña y Aragón al principio.
Así pues, ¿cuál es la situación actual?
Ahora tenemos una situación de relativa estabilidad en lo referente a la aparición de casos nuevos en granja, aunque sí hay granjas que se infectan con nuevas variantes. Por otra parte, la situación más crítica está en la fase 2, en las transiciones, porque la forma endémica o crónica del síndrome es la que, con el tiempo, genera más problemas. Además, se le suma que estamos en una época de desmedicalización y el PRRS predispone a la presencia de infecciones bacterianas.
¿Qué síntomas nos indican que podemos tener casos de PRRS?
Una de las características de estas cepas de alta virulencia como la Rosalía es que afectan prácticamente por igual a los animales adultos y a los lechones. A partir de aquí, uno de los síntomas más frecuentes en granjas infectadas es que las cerdas dejan de comer a causa de la fiebre, la inflamación y el malestar que les provoca el virus. Ante este indicio, si controlamos la temperatura, veremos que los animales están con fiebre superior a los 41 grados. Pasados unos días, otros de los síntomas que observamos en las cerdas se manifiestan a nivel reproductivo, y provocan la muerte fetal y abortos. Además, como es una cepa que genera inflamación, especialmente pulmonar, tenemos más casos de neumonía y mortalidad en cerdas, problemas de producción de leche en las maternidades y mayor mortalidad de lechones lactantes y en la transición.
El PRRS en cerdas provoca la muerte fetal y abortos. Foto: J. Baliellas.
¿Cuál es el impacto económico y productivo de la cepa Rosalía?
Evidentemente hay efectos sobre la productividad. Con la cepa Rosalía, en las granjas de madres se tarda unos seis meses en recuperar los resultados de productividad numérica. Con esto quiero decir que, si tenemos mayores pérdidas productivas y el tiempo de estabilización de la situación también es mayor, las pérdidas económicas son más elevadas. El coste que genera un brote de PRRS Rosalía en un año en una granja puede multiplicar por tres e incluso por cuatro o por cinco los efectos económicos que hace unos años generaban las cepas comunes de PRRS.
¿Qué medidas de prevención hay para evitar la entrada del virus?
La primera medida, y la más importante, es la bioseguridad externa. Normalmente, cuando nos entra el PRRS en una granja es por un fallo relacionado con la bioseguridad. Esto sería a nivel de granja. Sin embargo, dado que en España tenemos una estructura de gestión de muchas granjas a través de integración o cooperativas, también podemos hablar de una bioseguridad de empresa, en todo lo relativo a la logística, movimiento de animales, transporte, estatus sanitario de cada granja, descarga de pienso, visitas del personal, mantenimiento, etcétera. Finalmente, hablaríamos de una bioseguridad de país. En este caso, si estamos hablando de cepas de alta virulencia importadas de otros países, tendría que existir una concienciación colectiva respecto a todo lo que compramos fuera, que cada vez es más, sobre todo en lo relacionado con la importación de lechones: como no disponemos de una norma de control de enfermedades no oficiales, los lechones virémicos a PRRSV pueden entrar legalmente. Por este motivo, creemos que debería haber una mayor concienciación del sector y, dado el riesgo existente, la voluntad de exigir a nuestros proveedores de lechones que los animales no sean virémicos.
Una vez tenemos el PRRS en la granja, ¿cómo debemos actuar?
El principal problema en el control del PRRS es que no hay una herramienta única y exclusiva que funcione en todas las situaciones. Es decir, son muchas las acciones y las teclas que hay que tocar para intentar llegar al éxito como, por ejemplo, la vacunación para aumentar la inmunidad, el sistema de manejo en bandas e intentar no entrar animales de reposición para reducir los riesgos de reinfección y alargar la presencia del virus en la granja. Además, tenemos todas las medidas de bioseguridad interna que podamos aplicar en las diferentes fases en granja para evitar la diseminación entre lotes y animales y, finalmente, hay que tener en cuenta que, ya que se trata de una enfermedad inmunodepresora, hay que mejorar todos los aspectos relativos al manejo, al confort de los animales y actuar sobre las infecciones bacterianas secundarias.
¿Cuáles son los retos de futuro para combatir la cepa Rosalía?
Creo que el primer reto es evitar que aparezcan o se importen nuevas cepas, especialmente mediante el buen manejo. Hay que tener en cuenta que, de las tres cepas tipificadas de alta virulencia en España, dos han sido probablemente importadas por la entrada de lechones. El segundo reto sería la mejora de la bioseguridad a nivel de país, porque hemos visto que cuando ha entrado la cepa Rosalía en zonas de alta densidad, ha sido muy difícil impedir su diseminación. Al final, si en las granjas tenemos una buena bioseguridad, tendremos una buena biocontención. Por último, en el ámbito científico hay mucho conocimiento, pero esto no es suficiente, por lo que otro de los grandes retos sería definir técnicas de diagnóstico a nivel de campo para poder determinar, por ejemplo, si un animal o grupo de animales está suficientemente protegido desde un punto de vista inmunitario como para no infectarse.